El Hotel Raquel ocupa un inmueble construido a principios del siglo XX, en 1905, en la esquina que forman las calles Amargura y San Ignacio, en La Habana Vieja.
Este edificio fue construido originalmente para oficinas, almacén y depósito de tejidos. Luego acogió la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Cuba.
Se encuentra a solo una cuadra de la bellísima Plaza Vieja y muy cercano al convento y Plaza San Francisco de Asís.
El hotel cautiva con su fachada barroca y su armonioso estilo Art Nouveau en el interior, la belleza de su atmósfera romántica y las muchas referencias a la cultura judía que atraen la atención de huéspedes y visitantes como la Menorah, el candelabro sagrado de siete brazos o la estrella de David tallada en piedra que decoran la recepción, mezuzás en los marcos de las puertas, nombres hebreos para cada habitación y pinturas de temas bíblicos en las paredes.
Su nombre, Raquel, así como la ambientación del hotel, es en homenaje a la cercanía de la pequeña comunidad judía de la Habana, ubicada en las calles aledañas al hotel.
Al entrar sorprenden las hermosas columnas del lobby, el viejo ascensor, un impresionante lucernario que ocupa todo el techo, y los biombos decorativos. Otro principal atractivo es la terraza-bar-mirador, que ofrece espectaculares vistas de la ciudad.
El hotel Raquel cuenta hoy con 25 habitaciones entre estándars y junior suites, de techos altos, cuidadosamente diseñadas y decoradas con obras originales de pintores cubanos.
El restaurante del hotel sirve también platos típicos de la cocina judía, como borscht y latkes.
Es un área privilegiada para salir a caminar, de día o de noche, y al estar tan cerca de todos los sitios de interés turístico del centro histórico, de muchos restaurantes y bares, resulta un hotel conveniente para descubrir sus portentos y a la vez conocer de la presencia hebrea en Cuba.