Visita obligada para los viajeros que gustan de la aventura. Ubicada dentro de la reserva ecológica de Varahicacos, distribuye sus 250 metros en 5 salones dentro de los cuales se puede disfrutar ampliamente del arte rupestre dejado como huella por los aborígenes que poblaron la península en tiempos prehispánicos.
La leyenda del sitio se alimenta también de las historias que sitúan tiempo después a piratas y esclavos fugitivos como pobladores ocasionales de la cueva. No recomendada para su visita a los que padezcan de alguna fobia hacia los murciélagos, pues en ella radica una pequeña colonia de estos mamíferos voladores.