Quizás sea esta la más llamativa de la treintena de playas vírgenes que posee la costa tunera. Arenas blancas muy finas y mar de aguas cristalinas garantizan el disfrute del visitante amante de solearse en el calor del trópico, para lo cual pudiera valerse de las instalaciones que ofrece un hotel que lleva el nombre de la playa y que se asienta justo a pocos metros de la orilla de mar.
Para los que gustan de la contemplación submarina se recomienda una visita dirigida a la barrera coralina de casi 3 kilómetros de extensión que le sirve de custodia a la playa.